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Vernos en el buen espejo

02/06/2013 15:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

image Los regímenes despóticos no sobreviven aunque resuelvan problemas materiales de la gente, menos aún que sobrevivan cuando no resuelven esos problemas materiales.

Por Edmundo Jaraquín - En el marco de la ofensiva diplomática de China y los Estados Unidos hacia América Latina, que incluye una reciente visita del Presidente Barack Obama, la inminente del Presidente chino Xi Jinping, y la más reciente del Vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, a varios países de la región, éste dijo en Brasil algo que nos debiera llamar a reflexión a los nicaragüenses:

"Brasil le ha enseñado al mundo algo en lo que creemos en los Estados Unidos: que no hay que elegir entre democracia y desarrollo, entre economía de mercado y desarrollo social".

Podríamos poner un pie de página a lo que dijo el Vicepresidente Biden: su opinión ya había sido corroborada en América Latina por tres países, Chile, Costa Rica y Uruguay, en los cuales su larga tradición democrática hizo posible que antes de la reciente etapa de fuerte crecimiento económico de casi todos los países de la región, y sin ser los de mayor ingreso per cápita, presentaban los mejores niveles de lo que ahora se llama cohesión social y que, sencillamente, significa mejor distribución del crecimiento y por tanto mayor nivel de vida para su población.

El Vicepresidente Biden se refería, sin duda, al caso notable del Brasil, que en apenas 20 años y después de varias décadas de cambios de modelo entre militaristas y populistas, es uno de los países grandes que más ha erradicado la pobreza, y haciéndolo en democracia y libertad, y, lo que quizá es más importante, con cambios de gobierno y de gobernantes. "En Brasil -le escuché una vez al expresidente que inició el círculo virtuoso brasileño, Fernando Enrique Cardoso-hay una feroz competencia política pero una misma agenda de desarrollo".

Ahí está, precisamente, la explicación del éxito brasileño, como la de nuestro fracaso en Nicaragua. Hemos tenido períodos largos de fuerte crecimiento económico que no fueron sostenibles -como ahora luce que lo será en Brasil y no en Nicaragua- porque las limitaciones a la democracia y las libertades democráticas condujeron a inestabilidad política y redistribuciones radicales del poder.

Y no es ni mucho menos un tema de tamaño de los países. Pequeños y medianos -como Panamá, Costa Rica, Uruguay, Chile, Perú y Colombia-también están experimentando la virtuosidad de la relación entre desarrollo sostenible y democracia.

La tolerancia, por cualquier título y argumento, con el debilitamiento de la democracia en nuestro país, alienta la consolidación de un modelo autoritario que más temprano que tarde hará colapsar el actual episodio de crecimiento económico, bastante inferior, por cierto, dadas las extraordinarias condiciones externas que hasta ahora ha tenido nuestra economía, que el que hubiese sido posible con mayor seguridad jurídica y confianza política.

El argumento que Ortega no repitió algunos de los más visibles errores de los 80, que además no hubiese sido posible aunque lo hubiera intentado, no debe recibirse con un alivio que termina siendo una patente de corso para que, bajo nuevas modalidades, que son las que las circunstancias hasta ahora permiten, dé al traste con nuestras libertades y las posibilidades de que el actual episodio de crecimiento sea sostenible.

La democracia, no nos cansaremos de decirlo, es una exigencia ética del espíritu humano y una necesidad técnica del desarrollo sostenible.

Lo que no se logra entender

A propósito de algunos que comparecen frecuentemente en los medios de comunicación extendiendo a Ortega el beneficio de que éste ha cambiado, y se conceden a sí mismos ese beneficio porque ahora sostienen posiciones diferentes a las de antaño, no se entiende porqué, al mismo tiempo, niegan ese beneficio a otros que se oponen a Ortega.

La única explicación de semejante contrasentido es que negando a otros el beneficio que conceden a Ortega quedan bien con éste, a lo cual tienen derecho si de quedar bien con Ortega se trata, pero no pueden negar a otros el derecho de oponerse a Ortega, porque quedar bien con Ortega no es quedar bien con Nicaragua.

Economía de mercado del poder

Hace pocos días se concedió en New York el premio Hayek, dado por el Instituto Manhattan, al autor chino Yang Jisheng por un libro en el cual documentó, como nadie antes, el más grande genocidio de la historia: los más de 30 millones de chinos que murieron de hambre a finales de los años 50 cuando el líder chino, Mao Tse-Tung, se empeñó en el llamado "Gran Salto Adelante", que fue un intento inútil de forzar la industrialización y, de paso, desarrollar a China de la noche a la mañana.

Entre los millones de muertos estuvo el padre de Yang.

Como se sabe, la próspera China actual reclama ser un modelo de "economía de mercado socialista", que es diferente, desde luego, a la compatibilizaciónentre economía de mercado y socialismo democrático al estilo europeo y de los casos de Uruguay y Brasil, que hemos mencionado, entre otros. En China hay un régimen político de partido único y se trata de un caso de totalitarismo.

Para Yang no hay tal economía de mercado socialista y desarrolla un concepto que nos resultará familiar a los nicaragüenses: "economía de mercado del poder", de conformidad con la cual ante los repetidos fracasos chinos con modelos de economía socialista planificada, los líderes de ese país han ocupado el mercado pero exclusivamente en función de estabilizar y consolidar su poder político. Como en Nicaragua, con Ortega.

Según Yang, el régimen de mercado chino se inspira en una sentencia del filósofo Lao Tzu de conformidad con la cual el "gobernante debe llenar el estómago de la gente y vaciar sus cabezas". Los gobernantes chinos, alega, piensan que se pueden mantener indefinidamente en el poder aplicando esa sentencia. El premiado autor no lo cree así: "la gente tiene más necesidades que solamente comer", dice Yang.

Si, de conformidad con el mencionado autor chino, y como lo demuestra la historia de muchos países fehacientemente, los regímenes despóticos no sobreviven aunque resuelvan problemas materiales de la gente, menos aún que sobrevivan cuando no resuelven esos problemas materiales.

En todo caso, en Nicaragua, a diferencia de la expectativa del filósofo chino mencionado, hay mucha gente con el estómago vacío pero con la cabeza llena.


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lavozdenicaragua.blogspot.com
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