¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Lavozdenicaragua escriba una noticia?
Por Edmundo Jarquín - El gobierno ha reconocido lo que ya se sabía: la precariedad financiera del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). En ese contexto se ha anunciado, para las próximas semanas, la negociación de las reformas a la seguridad social.
Que el INSS debe ser salvado, no cabe duda. La alternativa supondría enfrentar un problema social y político de proporciones mayúsculas.
El horizonte de la solución que se busque no debe medirse en años, como han declarado algunos diputados y dirigentes laborales y empresariales. El horizonte de la solución del INSS debe ser la sostenibilidad del sistema de seguridad social.
En la perspectiva de la sostenibilidad del sistema de seguridad social el elemento angular debe ser la universalización demográfica de la cobertura de la seguridad social. Uno de los más importantes e influyentes pensadores de la actualidad, el filósofo español Fernando Savater, ha dicho que la más trascendente revolución que ha conocido es la seguridad social. En efecto, la seguridad social es la más importante articulación de todas las dimensiones de la solidaridad: la vertical, entre clases sociales; la horizontal, entre diversos sectores de la economía, y la temporal entre diversas generaciones.
Al tener una visión de sostenibilidad y universalización de la seguridad social, las reformas que se acuerden deben responder a un planteamiento de integralidad, como lo están recomendando los expertos en el tema. Con parches solamente se van a exacerbar las tensiones entre los intereses en conflicto. Así, por ejemplo, se menciona, entre las medidas a tomar, elevar la cuota de los obreros y patronos. Bien, eso mejorará las disponibilidades financieras del INSS por un tiempo, pero al elevar de manera sustancial el costo de crear empleos formales, la base de cotizantes no se ampliará lo deseable y así, sencillamente, se habrá pospuesto la solución del problema porque más temprano que tarde la relación entre más gente pensionada, y proporcionalmente menos cotizantes, se volverá insostenible.
Pero la visión de integralidad debe ser, a la vez, dinámica: medidas que se adopten para enfrentar los problemas de corto plazo, como la mencionada, podrían revertirse gradualmente en el futuro para resolver problemas más estructurales de la seguridad social, como es ampliar la base de cotizantes. Igual, y como lo han mencionado algunos dirigentes sindicales y empresariales, la integralidad demanda diferenciación entre sectores de la economía y, posiblemente, entre la población en función de la estructura de edades.
En definitiva, se trata de conciliar necesidades financieras con necesidades sociales. Esto solamente será posible teniendo esa visión de integralidad que recomiendan las expertos, pero fundamentalmente creciendo más y mejor, que no es lo que lamentablemente está ocurriendo.
Convenio Iberoamericano de Seguridad Social
Hace algunas semanas uno de los expertos nicaragüenses en seguridad social mencionó, entre las medidas a considerar, la adhesión de Nicaragua al Convenio Multilateral Iberoamericano de Seguridad Social.
Cuando trabajé en la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), en España, pude participar de la gestación de ese Convenio que lo venía impulsando la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS).
La esencia del Convenio es la "portabilidad de las cotizaciones y de las prestaciones". Es decir, las cotizaciones y prestaciones de un trabajador que emigra hacia otro país no se pierden, sino que se acumulan con las cotizaciones que realice y las prestaciones que adquiera en ese otro país. En una región con tan importantes flujos migratorios entre los países (bolivianos y peruanos en Argentina y Chile; nicaragüenses en Costa Rica, Panamá y España, para solamente mencionar algunos casos), ese Convenio es particularmente importante.
Como recientemente Costa Rica, uno de los principales destinos de emigración nicaragüense, anunció que se regularizará la situación de decenas de miles de nuestros compatriotas, ese Convenio adquiere particular relevancia. Muchos de esos migrantes habrán cotizado en el INSS; esas cotizaciones no se perderán, pues se acumularán con las que realicen en Costa Rica; y al revés, si retorna a Nicaragua, las cotizaciones que haya hecho en Costa Rica no se perderán. Para esto se requiere que tanto Costa Rica como Nicaragua suscriban y ratifiquen el mencionado Convenio, y este podría ser un tema de cooperación en una relación bilateral hoy por hoy muy minada de voces alzadas.
El Convenio Multilateral Iberoamericano de Seguridad Social fue aprobado en la Cumbre Iberoamericana de 2007 en Santiago de Chile (más famosa sin embargo por aquel "Por qué no te callas?" que el Rey de España espetó al Presidente Hugo Chávez). Ya lo han firmado 15 países, entre ellos Costa Rica. Falta que este país lo ratifique para que entre en vigencia, como ya está efectivamente en vigencia en 7 países (Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, España, Paraguay y Uruguay). Nicaragua, pese a que Ortega participó en la mencionada Cumbre, y lo aprobó, no lo ha firmado y ratificado. No puede, por tanto, alegar ignorancia del mismo. Es cuestión de voluntad. Y si hay razones para no firmar y ratificar ese Convenio, que se expliquen ahora que se están debatiendo las reformas al INSS. De por medio está el interés de centenares de miles de nicaragüenses entre emigrantes y familiares. Una prueba más para este gobierno que se dice "solidario".
500 para los 70
A propósito de la seguridad social y los adultos mayores, en la campaña electoral de 2011, con Fabio propusimos lo siguiente: "Asegurar que toda persona mayor de 70 años que no cuenta con cobertura de la seguridad social y no tenga otra fuente de ingresos, reciba una transferencia mensual del Gobierno Central equivalente a C$500. Este plan, que se llamará "500 para los 70", persigue darle una cobertura universal de atención al adulto mayor".
No tengo a mano las cifras que entonces se hicieron, pero era una pensión perfectamente absorbible en el presupuesto nacional. Bastante menos que lo que se pierde en la corrupción, por cierto. Otra prueba para el "gobierno cristiano, socialista y solidario".