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Ante la eventualidad de un PSOE coaligado con el PP y C's, al conglomerado capitaneado por Podemos, no le queda mas remedio que remover conciencias progresistas que le conviertan en líder de los comicios, para desde esa posición arrogarse la formación de gobierno
Cuando los sempiternos protagonistas de la vida política intentan burlar la amenaza de cambio culpando a otros de sus errores, no hacen mas que estar asumiendo su propio fracaso, y con ello, advertirnos de la nula fiabilidad que debe otorgárseles, pues para que así no fuese, hace años que debieran haber actuado vía enmienda, mudando su trayectoria y procediendo en consecuencia.
Es decir, comportándose inversamente al modus operandi seguido durante las tres últimas décadas desde su adscripción bipartidista, cuando formando parte de los sucesivos Gobiernos alentaron un modelo de crecimiento insostenible, fundado en una sobreexcedida construcción y la especulación inmobiliaria, en el desmantelamiento de un consolidado tejido industrial con acompañamiento de un alocado proceso de privatizaciones y una frenética inserción en la globalización, cuyos efectos que no se hicieron esperar, acentuaron el riesgo de vulnerabilidad ante la crisis económica y redujeron a mínimos la capacidad de reacción para la puesta en marcha de políticas combinadas de recuperación y de creación de empleo.
Por eso que llegados a la compleja fase en la que nos encontramos, cuando el actual contexto lo que requiere es otro modelo económico, o lo que es lo mismo un proyecto progresista para salir de la crisis; nula credibilidad debe otorgarse a los artífices de tal situación, por mas que ahora en plena campaña electoral opten por encubrir toda referencia a su hacer pretérito, y en transmutación, se ofrezcan al electorado como adalides del renacimiento.
Al parecer hay quien en su obstinación persiste en el imaginario de considerar que las elecciones siguen siendo una suerte de plebiscito entre el duplo PP -PSOE, de ahí el empeño de ambos en seguir postulándose para la formación de gobierno, sin considerar a efecto alguno, que fatídicamente fue la negativa repercusión de sus políticas quien motivó el actual estado de descalabro que vive el país, que por reacción social desencadenó una situación inédita, donde el bipartidismo en caída libre y abandonado del electorado facilitó el acceso a otra realidad política en el contexto de un escenario mas plural, donde Podemos como fuerza emergente tomó el testigo de reemplazo compitiendo con sólidas opciones como alternativa a la formación de gobierno.
Un simulacro cuyo alcance no debiera pasar inadvertido a los electores progresistas
No obstante lo que debe saber el electorado, es que ante el eventual ascenso de la formación morada, que publicitan las firmas demoscópicas como también el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la reacción está servida por parte de quienes haciendo caso omiso de la voluntad de las urnas intentan bloquear anticipadamente la férrea oposición de Podemos a las políticas de austeridad y de corte neoliberal, abortando al efecto la mas mínima probabilidad de su acceso a la gobernabilidad.
Una maniobra de diseño orquestada desde el poder económico del IBEX, sobre la convergencia de las dos fuerzas políticas mayoritarias, cuya estrategia va en la línea de suplir la operativa bipartidista del Régimen del 78, unificando así, en un mismo frente, la socialdemocracia del PSOE y el conservadurismo del PP alentando la sugestión de la unidad nacional contra una manida amenaza populista. Una confluencia que cuenta con la participación de Ciudadanos quien asume función protagonista y de liderazgo, al objeto, de maquillar la operación y hacer creer la existencia de cambios políticos y de regeneración democrática, ocultando tras esa apariencia, la evidente tendencia neoliberal y conservadora de ese triunvirato de nuevo cuño cuya verdadera intención en consumar la gran coalición se hace con exclusiva intención de dar continuidad a las actuales prácticas políticas.
Un simulacro cuyo alcance no ha de pasar inadvertido a los electores progresistas, que en evitación de un nuevo desengaño deben saber de antemano a su encuentro con las urnas, que como consecuencia de esta alianza tripartita, políticamente el voto de progreso tiene a Unidos Podemos - Confluencias como exclusivos receptores. Resultando desde ese espíritu una improcedencia su adjudicación a opciones políticas distintas por el contradictorio objetivo de su finalidad, y ello, tratando de satisfacer los deseos del electorado desde la percepción inequívoca de asimilar el progresismo a la conformación de un gobierno de izquierdas.
De ahí que en la competición partidista del 26-J tras la renuncia del PSOE a facilitar y favorecer la conformación de un gobierno progresista, la única probabilidad de que tal oportunidad se produzca, pasa por volcar las voluntades de cambio hacia Unidos Podemos - Confluencias, al efecto de superar las previsiones de las propias encuestas hasta tocar techo electoral, y así transformarse en la candidatura mas votada.
Existiendo fundadas razones para intentarlo y argumentos sobrados para conseguirlo.