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El nuevo Parlamento libio, surgido de las elecciones del 25 de junio, celebró este lunes su sesión inaugural en Tobruk, lejos de la capital, por la persistente violencia entre milicias rivales y en un contexto de fuertes discrepancias políticas entre las corrientes islamista y nacionalista.
Los diputados antiislamistas prefirieron reunirse en Tobruk, a unos 1.500 kilómetros al este de la capital, a causa de la inseguridad en Trípoli desde el inicio el 13 de julio de una ofensiva de los islamistas.
Muestra de estas divisiones, los parlamentarios islamistas y sus aliados de la ciudad de Misrata (oeste) boicotearon la ceremonia protocolaria en Tobruk, que calificaron de anticonstitucional, al considerar que el presidente del parlamento saliente -dominado por los islamistas-, Nuri Abu Sahmein, era el encargado de convocar esta reunión.
Abu Sahmein invitó por su parte a los diputados en Trípoli a una ceremonia de "traspaso de poderes", que finalmente se anuló.
Para los analistas, la presencia de representantes de la Liga Árabe, de la misión de Naciones Unidas en Libia y de la Organización de la Conferencia Islámica confirma la legitimidad de la reunión inaugural.
La Unión Europea saludó en un comunicado "un paso extremadamente importante para volver a encarrilar la transición democrática en Libia".
Los Gobiernos francés, italiano, alemán, británico y estadounidense también saludaron en un comunicado común la reunión de los diputados y condenaron la violencia en el país.
Tras una ceremonia protocolaria, los diputados prestaron juramento antes de suspender la reunión.
Unos 160 de los 188 diputados se desplazaron a Tobruk, ciudad portuaria ajena a la violencia que sacude algunas zonas del país.
Esta cifra confirma una victoria aplastante de los nacionalistas frente a sus rivales islamistas en las elecciones. Hasta ahora se ignoraba el color político del nuevo parlamento, ya que las candidaturas electorales eran individuales.
Un jurista sin pertenencia política declarada, Aguila Salah Isa, diputado de la ciudad de Al Qobba, en el este libio, fue elegido la noche del lunes al martes presidente de la Cámara de Representantes, según imágenes de la televisión privada Libya Awalan.
En el terreno, los combates continuaban este lunes entre milicias rivales en el sur y en el oeste de la capital, que comenzaron el pasado 13 de julio en un contexto de lucha política.
En la Casa Blanca, Susan Rice, consejera del presidente Barack Obama para seguridad nacional, y el primer ministro libio, Abdala al Theni, subrayaron la importancia de un alto el fuego inmediato en la capital e instaron a "todos los socios" de Libia a "ejercer su influencia en las diferentes facciones libias para acabar los combates lo antes posible", subrayó un comunicado de la presidencia.
Según los analistas, los islamistas intentan compensar su derrota en las legislativas del 25 de junio ganando influencia en el ámbito militar.
En Trípoli, milicias islamistas aliadas a grupos de Misrata (a 200 km al este de la capital) están inmersas desde el 13 de julio en un ataque sin precedentes contra las poderosas brigadas de Zenten (a 170 km al suroeste de Trípoli), a las que acusan de ser el brazo armado del movimiento nacionalista.
Para justificarse, los asaltantes, que se presentan como ex rebeldes que combatieron el régimen de Gadafi, afirman que luchan contra "residuos" del antiguo régimen.
Las milicias islámicas también controlan gran parte de Bengasi (este) después de expulsar a las unidades de las fuerzas especiales.
En dos semanas, la violencia en Trípoli y Bengasi dejan más de 220 muertos y un millar de heridos, según las autoridades. Y los combates condujeron a varios países a evacuar a sus ciudadanos.
El Gobierno de transición señala "cientos de familias desplazadas" en la capital y advierte contra la "agravación de la situación humanitaria" en la capital, que sufre una penuria de carburante y bombonas de gas, y tiene problemas de aprovisionamiento de alimentos.