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EL NUEVO DIARIO
Empleo casi no hay,
pero trabajo hay en p...
Los churros son unos suaves y deliciosos palitos de harina con azúcar, rellenos con queso, con chocolate y con cualquier complemento que se le apetezca. Sin querer pasar por "churrólogo", les cuento que esta variedad de repostería es originaria de España, pero su popularidad es tan global como las hamburguesas, que los encuentro tanto en Managua en el portón de la universidad, como en un juego de basket en California, en eventos diversos y hasta en un restaurante checo.
Su figura en forma de deditos... o dedotes, depende de quien los elabore, facilita su consumo. Una sola mano basta para comer uno tras otro, hasta llenarse la panza de este delicioso alimento. Pero así como nos satisface a quienes lo comemos, también satisface a las personas que los elaboran. ¿Quién me lo dijo? Me lo dijo Adela... me lo dijo Adela... y así va la canción.
Adela Zeledón
Esta laboriosa jinotegana vivió su niñez en Pantasma. Nos cuenta que sus padres tenían un comedor, en el que ella desde muy niña ayudaba en los quehaceres y en ese ambiente fue creciendo su atracción por la cocina, principalmente por la elaboración del pan, del churro.
Recuerdo que cuando tenía cinco años estaba haciendo unas tortillas de harina, como era tan pequeña, me subí a la hornilla y caí en el comal, me quemé el brazo y parte de la cintura, aún con la cicatriz en mi cuerpo no he dejado de seguir trabajando a la par de mi cocina y de mi horno. Cuenta doña Adela llena de nostalgia al recordar ese pasaje de su infancia.
Un sueño profético y un marido poco ético
A los 14 años junto con su familia se fue a vivir a Yalí. "Recuerdo que estábamos haciendo un horno y un día soñé que estaba en mi casa subiendo maletas a un carro con toda mi familia, luego me subí al carro y empecé a manejar, supuestamente íbamos rumbo a Jinotega. Al final como que el carro se convertía en horno y luego el horno en carro. Yo lo llamo sueño profético, quién me iba a decir que de eso iba a vivir".
Se casó a los 16 años y se fue a vivir a El Viejo, Chinandega, y empezó a trabajar al lado de su esposo, ambos elaboraban espumillas y distintos tipos de panes para vender, entre ellos, sus famosos y exitosos churros. Sin embargo, todo el esfuerzo y empeño no le daba ganancia alguna, pues aunque ella era quien pasaba horas y horas en la cocina, al mismo tiempo que cuidaba a sus dos pequeños hijos, era su esposo quien recibía toda la ganancia.
Esta situación es bastante común en muchas familias en Nicaragua. Siempre la misma historia. Unos trabajan de trueno y es para otros la llovida; diría el gaucho Atahualpa Yupanqui. Si bien es cierto, la sociedad ha dado pasos en el reconocimiento y respeto de los derechos de la mujer, todavía falta mucho camino por andar.
Con dos hijos pero sin esposo, se trasladó a la capital en 1998, donde trabajó durante cierto tiempo en una distribuidora, y posteriormente en una Zona Franca, pero motivada por el oficio que le atraía desde niña renunció y decidió trabajar, elaborando los churros que aprendió a hacer junto a su familia. En ese entonces, nació su tercera hija, la que también forma parte del negocio familiar.
Ella y sus hijos varones de cinco y seis años en ese entonces, salían a la calle a vender los churros, ganándose el cariño y el aprecio de las personas que les compraban, quienes quedaban encantadas con sus productos; "una vez que probaban uno, no podían dejar de comer más."
Los churros de Adela probaron suerte en la universidad
Un día doña Adela y sus hijos, colocaron una mesita afuera de la Universidad Americana, UAM, con la esperanza de vender todos sus churros, en esos tiempos, llamaban a cada persona que miraban para que se acercaran a probarlos. Ese es tiempo pasado. Aquel inicio con solo un cuchillo, un rodo y una mesita es historia. Su trabajo ha dado los frutos que esperaba. Ahora tiene en su amplio taller: horno, hornilla, máquina pasteadora, revolvedora, mesa de acero inoxidable y otros equipos más.
Con ella trabajan cuatro personas y asegura distribuir más de 2, 500 churros diarios. Sus productos se venden en la UPOLI, UCA, UNICA, Plaza Inter, Metrocentro y en el aeropuerto. Así que si usted ha visitado alguno de estos lugares lo más seguro es que ya ha probado los churros Adela.
"Recuerdo las enormes filas de carros que se hacían para comprarme mis churros. No dábamos abasto. Una vez el dueño de un cafetín de la universidad me dijo que le diera cierta cantidad de churros y que yo tendría ganancias según se vendieran, me pareció buena idea. Le di cien churros, a los dos días me pidió más y así cada vez el número iba incrementando. Agregó doña Adela.
¿Cuál es la receta de Churros Adela?
La receta de mi éxito hasta este momento son: Dios, la calidad, cantidad, buena atención a las personas, y por supuesto, mis manos. La receta exacta solo mis hijos y yo la sabemos, bueno, al menos eso pensaba.
Dejáme contarte: una vez vino a trabajar un muchacho con nosotros y aprendió a hacer los Churros Adela, por problemas laborales terminé despidiéndolo, meses después me di cuenta que él estaba trabajando para un cliente fuerte al que yo proveía. Al parecer este trabajador le dio la receta, cosa que no me preocupa, porque aunque la tengan no son iguales.
Para sus eventos o simplemente para disfrute familiar, puede ordenar los Churros Adela a los siguientes números: 8488-6015 – 8684-7123.
Es de suma importancia que todas las personas dueñas de negocios o conocedoras de secretos de la industria alimentaria registren sus marcas y patenten las recetas y fórmulas de sus productos. De esa manera se evitarán sorpresas y afectaciones económicas. Lo pueden hacer en el Registro de la Propiedad Intelectual del Mific.