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Las Porteadoras hispano-marrouies, la esclavitud del Siglo XXI. Pero M. Rajoy no se entera de nada

12/02/2018 01:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

El tráfico comercial desde Ceuta y Melilla hacia Marruecos desde hace años, lo llevan a cabo porteadores marroquíes, mayormente mujeres, popularmente conocidas por “mulas”, Son la Esclavas de siglo XXI

Estábamos haciendo un reportaje sobre el Trabajo Esclavo de las porteadoras que se desarolla actualmente entre Ceuta y Melilla(España) y Marruecos, realmente indignante por las condiciones en que éste se realiza cuando vimos una entrevista con el señor M. Rajoy en Onda Cero, en que le preguntaban por la brecha salarial entre hombres y mujeres trabajadores… "¿ni siquiera indicando que si un hombre y una mujer hacen lo mismo, deberían cobrar lo mismo?", ha insistía el entrevistador, al presidente y ha sido entonces cuando Rajoy ha preferido zanjar la cuestión con un "no nos metamos en eso".

Y es que el presidente no cree que la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral sea un asunto que competa al Gobierno.

 En España las mujeres cobran un 85, 1% del sueldo de sus colegas masculinos. Entonces ha heho falta la opinión de Rajoy, quien ha dicho:

"Los gobernantes debemos ser muy cautos a la hora de saber cuáles son nuestras competencias y cuales no, y desde luego, no hay ninguna que sea igualar salarios. Que el Gobierno empiece a fijar los salarios de las empresas... No me vería yo diciendo lo que tienen que cobrar ustedes, por ejemplo, francamente".

El número de mujeres ocupadas con jornada a tiempo parcial se situaba en 2.002.900 frente a los 722.900 hombres-recordamos nosotros-, según los datos de la última Encuesta de Población Activa, correspondientes al tercer trimestre de 2017. Las mujeres casi triplican el número de hombres que tienen jornada a tiempo parcial, etc...Y como si seguimos indagando, las opiniones del señor M.Rajoy vemos que vamos a tumbar todo el trabajo, pasamos al rema central de la mujeres porteadoras.

Las Porteadoras o el Trabajo Esclavo en el siglo XXI

Desde Ceuta y Melilla, el tráfico comercial hacia Marruecos desde hace muchos años, lo llevan a cabo mayormente porteadores marroquíes, de los que sobre un 65% son mujeres, popularmente conocidas por “mulas”, y el resto son hombres, conocidos por “camalos”. El trabajo consiste en el acarreo hacia Marruecos de fardos y bultos de mercancías que pasan por las fronteras de El Tarajal en Ceuta y de Beni-Enzar en Melilla. Hablamos del contrabando (controlado por las autoridades oficiales) a través del estrecho paso de El Biutz. El trabajo durísimo, vejatorio e inhumano que las mujeres marroquíes realizan, se facilitaria si existiera una Aduana comercial del lado de Marruecos en su frontera con Ceuta. El problema, lejos de solucionarse tras más de cien años(107 exactamente) de espera, se agrava más cada día, aunque existe el Convenio hispano-marroquí de 16-11-1910.

 Es una economía atípica, sustentada también en una disputa geopolítica: Marruecos no reconoce como frontera comercial el paso de Ceuta. Y son las porteadoras que cargan en fardos de hasta 70 kilos y vanlas esclavas en fila o en desorden. Porque, aunque tal actividad controlada se clasifica como “atípica” por Marruecos, lo cierto es que estamos ante un contrabando tolerado de parte y parte. España es coparticípe de esta vergüenza.

 

¿Estamos en el siglo XXI o en el XVI?. Viendo a las porteadoras con las espaldas dobladas, no es posible se puede ni hablar de paridad de salarios          ni de brechas y sí hacer comparaciones de esclavitudes de los siglos XXI y XVI y no preguntar nada al señor M. Rajoy, quien no estaba enterado de eso, auque parte del trabajo esclavo se desarolla en España.

 

 Así que lo que en otro lugar civilizado del mundo lo transportarían los camiones, en este rincón de la frontera hispano-marroquí lo cargan miles de mujeres que marchan en fila y algunas en cualquier momento se desploman. Un oficio para ganar un sueldo de mierda (hasta diez euros máximo al día o menos) ejerciendo una labor digna de esclavas. Llegan con el espinazo doblado y al otro lado de la frontera les esperan otras porteadoras. El tránsito de bultos ha consolidado una economía sui generis del cuarto mundo sin fronteras, sostenida sobre el eslabón más frágil de la cadena: mujeres de tez tostada y curtida que reciben porrazos y tienen hasta que pagar sobornos para cargar de un lado al otro bultos que rondan su propio peso. 

Miles de mujeres marroquíes son quienes hacen ese trabajo con enorme esfuerzo, a diario a pesar del por el mal trato que reciben y que la vida les depara., La mayoría madres solteras, viudas, divorciadas, sin protección laboral ni social alguna, muchas ya mayores y otras de mediana y edad, pero casi todas de aspecto, más que viejo, avejentado por el duro, viéndose su tristeza reflejada en el semblante, cabizbajas y meditabundas, con la tez estriada y marcada de arrugas, algunas incluso en estado de embarazo, que vienen a ser como el estigma de la sociedad del entorno. Van cargadas con voluminosos fardos de mercancías muy pesadas, hasta el extremo de que cuando van con la carga cuesta arriba se ven con el cuerpo doblado y la cerviz genuflexa casi hasta el suelo por el peso de los fardos que portan.

Carecen de contrato de trabajo, de seguridad social y de los más elementales derechos humanos y sociales que se aprovecha del nivel de pobreza y de exclusión social de las porteadoras. 

 Y Marruecos insiste en que la instalación de una Aduana comercial supondría el reconocimiento indirecto de la soberanía española sobre Ceuta, que dicho país reivindica a España, reconocida por varios monarcas marroquíes en sendos Tratados tanto bilaterales como internacionales y la excelente relación entre las monarquías 

Llegan sobre el amanecer a la frontera marroquí de El Tarajal y lo hacen desde el lado español al ser obligadas a hacerlo desde Ceuta o Melilla. Tras largas horas de espera en la frontera de ambos lados, sentadas en el suelo, a veces abrigadas con cartones y plásticos, hasta que por la mañana se abre la Aduana. Recogen la carga en los almacenes del Polígono El Tarajal, a unos 200 metros de la frontera; se reatan los fardos al cuerpo para que no se les caigan, debido a las aglomeraciones que se forma en las proximidades de los almacenes y frontera, donde se empujan unas otras cargadas por las prisas para ganar tiempo y dinero

La mercancía la transportan a la espalda desde el lado de Ceuta. No hay otro sistema.Todo es primitivo.. En noviembre de 2008, la porteadora marroquí Zafia Azizi murió aplastada en Melilla, y el 25-05-2009 fallecieron en Ceuta Busrha y Zhora en una avalancha.Y a la lista se podían añadir otras. Los fardos los llevan llenos de mercancías, calcetines, calzoncillos, pañales. Mantas y zapatillas de segunda mano. Zumos, galletas, arroz y chucherías de todo tipo. También neumáticos usados y chatarra, ya sea por su falta de producción en el vecino país o por su carestía, que en Ceuta y Melilla su adquisición resulta más económicos al gozar ambas ciudades de un régimen fiscal especial. En los fardos de las porteadoras cabe cualquier cosa. Pero en los últimos años gana el textil con origen en China y parada en el polígono Cobo Calleja, en Fuenlabrada (Madrid). Al llegar a Ceuta la ropa se almacena en consignas, naves en el polígono de El Tarajal o en la barriada de El Príncipe que se alquilan a bajo coste y no tienen actividad comercial salvo servir de estación de tránsito. El único impuesto que se abona por el intercambio de estos bienes es el IPSI, el tributo alternativo al IVA para las importaciones a Ceuta y Melilla. El tipo común, sensiblemente más bajo que el IVA, es del 10%. De modo que en gran parte la economía de Ceuta descansa sobre este comercio con Marruecos. En los presupuestos para 2014, 64 de los 251 millones de ingresos de la ciudad autónoma (una cuarta parte) provienen del IPSI a las importaciones, gran parte de las cuales abandonan la ciudad por El Biutz. "Si Marruecos cierra la frontera un mes, nos vamos todos a la mierda", comenta el encargado de una tienda de Ceuta.

 Hay que aclarar que Ceuta y Melilla ambas dos ciudades españolas, a efectos aduaneros, no forman parte de la Unión Europea, sino que la entrada de mercancías, incluso nacionales, devenga un arancel especial en el que se aplican tipos de gravamen inferiores a los del IVA.. Es el llamado Impuesto sobre la Producción, los Servicios y la Importación (IPSI). Aunque no existe una cifra cerrada, la Asociación por los Derechos Humanos de Andalucía (ADPHA) estima que el negocio en torno a los portes en las fronteras de Ceuta y Melilla genera unos 1.400 millones de euros cada año.Y es dinero.

 

Las porteadoras, tras pasar la Aduana española, llegan a la marroquí, donde cargadas van poniéndose en fila y guardando cola hasta que les toca pasar el control aduanero de reconocimiento de la mercancía. A las que pasan la Aduana, se les ve luego de subir cargadas por cerros empinados y estrechos senderos bajo la estrecha vigilancia de la policía marroquí, expuestas a las inclemencias del calor en el verano, o viento, lluvia y frío en invierno, y teniendo que soportar a veces empujones, vejaciones, incluso la incautación de la mercancía en la frontera si no caen en gracia al aduanero de turno o si éste toma represalias por el trato. Para mayor inri de estas sufridas mujeres, la mercancía, que con tanto esfuerzo transportan, no es de su propiedad, sino que lo que ellas hacen es simplemente de “mulas” para comerciantes u organizaciones desaprensivas-virtuales mafias- que luego les pagan por cada fardo entre 5, 10 y 15 euros, según su peso y su criterio.. La mercancía que predomina es ropa procedente de China, que llega hasta Madrid, al Polígono Cobo Calleja de Fuenlabrada, y luego desde allí, su distribución y entrada a Marruecos se diversifica vía Ceuta y Melilla. 

De esta actividad viven directamente unas 45.000 personas que, a su vez, benefician indirectamente a otras 400.000, según datos de la Cámara de Comercio marroquí en Casablanca. El semanario marroquí Al Ayam, informó en su día que este negocio también supone al año alrededor de 90 millones de euros en “propinas” a policías y aduaneros marroquíes destinados en las fronteras de Ceuta y Melilla. Como la legislación marroquí permite que “las personas pueden entrar a su territorio con lo que lleven en su cuerpo”, las porteadoras deben, llevarlo en el cuerpo, ylotienen que cargar sobre sus espaldas, sin poder ayudarse de otros medios de transporte(es la ley). Y, según la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, APDHA, en su informe sobre la Frontera Sur de 2016, las mujeres van a pie desde las naves de El Tarajal hasta la salida fronteriza del puente del Biutz. Hay dos aberturas controladas por la Policía Nacional y Guardia Civil españolas, una para mujeres y otra para hombres. 

El paso de hombres no resulta tan problemático y apenas hay colas, estando organizados por números, pueden usar patinetes para cargar los bultos, lo que permite una mayor fluidez. Pero la salida para las mujeres con frecuencia está colapsada debido a las avalanchas. Ellas no pueden salir de la Aduana estando cargadas, y hasta que no pasan la frontera marroquí no pueden decir que han trabajado y si llega la hora de cerrar la frontera, sobre el mediodía, tienen que soltar la mercancía y salir sin nada hasta el día siguiente, de forma que, aunque ese día hayan trabajado, no les pagan absolutamente nada.

 

Y esa imagen de las mujeres porteadoras en acción es tercermundista, deprimente, impresentable e impropia de un país que civilizado, como es el reino de Marruecos. Hasta los países del Tercer tienen a su entrada y salida un control aduanero que regulariza el tráfico de mercancías y ordena el paso de personas y vehículos. Para el llamado Consejero de Economía de Melilla, “la imagen de las porteadoras no le agrada a nadie, pero no deja de ser la foto de una realidad mucho más compleja, en la que nosotros no podemos entrar”. “Esto que vemos es inhumano, pero así es todos los días. Cada día todas estas mujeres transportan en total 300 toneladas de mercancías sobre sus espaldas”. Por eso sufren a menudo trastornos óseo musculares a causa de la pesada carga, entre otros efectos adversos que minan  su salud. A la vista está que su carga de trabajo es mucho mayor que la de los hombres, ya que estos últimos utilizan medios mecánicos o simplemente se limitan a empujar la carga. A ellas se las ve a los pies del camión de transporte cómo cargan sus bultos, cómo los atan a la espalda con telas o simples cuerdas, que a menudo amarran a los hombros y cuellos. Son espectros tambaleantes que van y vienen, con los rostros agrietados, que adosan zapatos, tetrabriks, mantas, patatas fritas, pañales y casi cualquier mercancía a sus cinturas, al pecho, a los muslos. Todo cosido con varias vueltas de cinta de embalar. Así caminan ellas hinchadas, con las chilabas en relieve, caminando como mujeres bomba a punto de estallar.

Por eso algunas se derrumban ya en la cola debido al elevado peso de sus paquetes y al cabo del largo tiempo de espera, a lo que se suman los habituales amontonamientos y tensiones generadas por las prisas. Se ve en sus ojos cómo la angustia se abre paso entre ellas, cómo remonta por sus venas hasta abrírseles la piel.

“Si no estuviésemos aquí se matarían”, confiesa uno de los guardias civiles que tratan de impedir las aglomeraciones con un poco de orden. Hace meses que no se produce una avalancha. Quizá se deba al “circuito” creado por la Guardia Civil consistente en varios caminos que desembocan en la entrada de la frontera. “Lo importante es que estén en movimiento, porque cuando están paradas, hay peligro de avalanchas”, dice el capitán de servicio, responsable de la seguridad en la frontera.

Pero por mucho que las “fuerzas del orden” traten de organizar, la visión cotidiana de las “mujeres mula” dando tumbos, con la espalda en un ángulo de 45 grados, a punto de derrumbarse por el peso de los fardos, sigue siendo un macabro espectáculo más propio de la Edad Media que de la frontera sur de la Europa del siglo XXI. El paso peatonal fronterizo “no está preparado para el volumen de gente que recibe cada día", afirma José Palazón, de la ONG Prodein. "Falta espacio, personal, puestos, los agentes de policía son insuficientes y por lo tanto muchas veces están estresados. Esto es una bomba de relojería. La frontera no está pensada para que haya una fluidez de personas. El sistema es anticuado.¿Pero hay alguien con voluntad e cambiarlo?.¿Ha hecho algo el reino marroquí o el español para arreglarlo?”

Un informe sobre las Fronteras Más Desiguales del Mundo (FMD) sitúa a la hispano-marroquí entre una de las diez más desiguales del mundo, pese a que Ceuta y Melilla son frontera exterior de la Unión Europea, que mantiene acuerdos preferenciales con Marruecos. Más en el siglo XXI, el comercio constituye un poderoso motor de desarrollo económico que es lo que más promueve y fomenta las relaciones económicas, de amistad, buena vecindad y convivencia entre las personas y los Estados, pero lo que es impresentable que no se exploten y aprovechen por ambas partes tales posibilidades a través de una Aduana comercial, ya que Ceuta es en teoría puente de culturas y pueblos, y puerta de entrada y salida entre el Magreb de intercambios comerciales e inversiones españoles. Más, tras el Tratado de Schengen, Ceuta se convirtió en frontera sur de Europa.

Una aduana marroquí en El Tarajal aumentaría el tráfico comercial y lo encauzaría legalmente, regularizaría los flujos y transacciones comerciales Marruecos-España, permitiría una mayor coordinacion comercial mutua y tendría un penetracion e importancia  más esencial en el tejido empresarial de ambos países. El Estatuto firmado por Marruecos con la Unión Europea prevé el reforzamiento de las relaciones comerciales próximo a la adhesión, la culminación de una Política Europea de Vecindad y un Plan de Acción entre la Unión Europea y Marruecos, en los que se deben establecer acuerdos de libre comercio, agricultura, servicios. La Unión Europea destina recursos financieros muy importantes que favorecen a Marruecos. 

La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APRODH- A), de España, resalta la importancia de habilitar mecanismos para que el tránsito se haga de forma humana que no perjudique tan gravemente la salud de estas mujeres y la imagen de ste negocio sui generis hispano, marroqui. Insisten en que es necesario “ensanchar la estructura de las zonas de paso, que permita el uso de medios mecánicos manuales para el porte de dichas mercancías”. Asímismo, denuncia que la situación es “indignante, de abusos y explotación contra estas mujeres, que están totalmente olvidadas por los responsables políticos de ambos Estados”. Tanto Marruecos como España han firmado el Convenio sobre la inspección del trabajo de 1947, por el cual se comprometen a mejorar la inspección en materia de seguridad y salud en el trabajo. Pero esto no se lleva a cabo en esta frontera, que aquí es tierra de nadie.

 Para la Cámara de Comercio de Casablanca, este trasiego diario da trabajo, sólo en Marruecos, a unas 400.000 personas. Un eurodiputado español, preguntó en el Parlamento Europeo sobre el “consentimiento del maltrato a mujeres” que, se produce a diario en Melilla con este tipo de comercio “ilegal”. Las reacciones fueron inmediatas, casi todas en el sentido de que antes de terminar con ese sistema, se dijo: “Se  supone que el gobierno español habrá presentado alternativas económicas además de intentar buscarle la ruina a miles y miles de personas”. Tanto del lado de España como de Marruecos, todos los implicados están de acuerdo en que este tipo de comercio repugna la conciencia de cualquiera, pero, por otro lado, supone el sustento para miles de familias y hay que protegerlo ante la falta de mejores alternativas. Es lamentable que el Parlamento Europeo no mueva un dedo. 

El trasiego por el paso de El Biutz, relativamente  moderno, ha producido también un espectacular cambio demográfico en los pueblos más próximos. Castillejos es hoy una ciudad que no reconocen muchos ceutíes viejos. Algunos se van. Hasta que en noviembre de 2012 se firmó el acuerdo de exención general, solo los residentes  en las provincias de Tetuán y Nador estaban exentos de solicitar el visado para entrar a España. Muchos sureños de zonas rurales se empadronaron en las provincias del norte atraídos por el precio de los portes. La entrada de mercancías les proporciona un medio de vida, pero merma las arcas del Reino de Marruecos, que deja de ingresar los aranceles que obtendría si esa mercancía entrara por el moderno puerto de Tánger. Así que con una mano el reino alauita tolera el flujo comercial por El Biutz, mientras que con la otra cierra el paso de forma arbitraria y no ataja las propinas y los episodios de malos tratos en la aduana. 

Cuatro empresarios consultados que ganan dinero en todo esto se quejan de que la Guardia Civil y la Policía española restringen el tránsito y la tolerancia en las inspecciones de los vehículos al dictado del gobierno del reino marroquí. "La Guardia Civil busca excusas para multar y echar un cable siempre a Marruecos. Estamos hartos de chuparle el culo a Marruecos". También la policía ha denunciado la inacción de la gendarmería marroquí y la aparente sumisión del gobierno español.  Una mañana del pasado mes, unos 3.000 porteadoras que intentaban entrar en territorio español fueron bloqueadas en el lado marroquí para evitar las posibles avalanchas en el polígono de El Tarajal. Según la Policía Nacional, 28 agentes quedaron heridos por  pedradas recibidas desde Marruecos. Dos días después del incidente, la Unión Federal de la Policía española pidió al Gobierno que exija de Marruecos mayor colaboración y denunció que el Reino alauita solo colabora en los saltos masivos a la valla de subsaharianos y las detenciones en caliente "que es donde España sueltan la pasta", según asegura el comunicado del sindicato policial..

 

Según la OIT(Organización Internacional del Trabajo), existe una vinculación estrecha entre la violencia en el trabajo y los empleos precarios, el género y ciertos sectores ocupacionales de alto riesgo. Y es que las porteadoras “deben no solo llevar la carga y recibir las directrices de quienes controlan el paso de mercancías”, añaden desde (APRODH-A), “sino que además tienen que soportar la violencia policial, salir ilesas de las avalanchas, aguantar los golpes o el acoso sexual, pagar los sobornos, soportar el frío, la lluvia y el calor extremo, y sobre todo sobrevivir en un lugar donde la mercancía es la dueña del ser humano”. Y alguien anonimamentre añadió: “en las vallas la cosa es todavía peor..y hay mujeres que las saltan con sus hijos.

Lham Ben Chrif, con tres hijos menores de edad, y Souad Zniter, de 27 años, se han convertido últimamente en las dos últimas porteadoras muertas en la frontera de Ceuta aplastadas entre la multitud. Durante los últimos diez meses, desde marzo del año pasado, seis mujeres marroquíes han perdido la vida desde la inauguración del nuevo paso fronterizo Tarajal II que, según el Gobierno, pretendía "dignificar" a quienes realizan esta labor y acabar con los tumultos. No ha funcionado. 

"Es intolerable", lamenta Ana Rosado, investigadora de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. La organización ha exigido "soluciones inmediatas" a los gobiernos marroquí y español. "A pesar de las buenas relaciones entre ambos países no han tomado este tema como una prioridad". 

La base de la inseguridad que conlleva esta labor, explica la investigadora, se encuentra en el limbo legal en el que trabajan las porteadoras. Sobre sus espaldas se levanta el "comercio atípico" que sustenta buena parte la actividad económica de las fronteras de Ceuta y Melilla, según la organización.

Los gobiernos implicados en el tema de las porteadoras, el español y el marroqui, deben mirar el asunto de muy cerca porque ya se está enquistando como el de las vallas

Mientras en España se trata de un negocio "alegal", en Marruecos es irregular. Especialmente cuando se realiza en la frontera de Ceuta, donde no existe una aduana comercial con Marruecos, debido a que el Reino Marroqui no reconoce esta ciudad autónoma como territorio español.

Esta falta de regulación convierte a las porteadoras en el eslabón más débil. "Ellas destacan los abusos de la policía marroquí y la española. Cada mañana,  no saben si van a poder pasar la frontera o no. Esa arbitrariedad genera incertidumbre entre las mujeres y mucho nerviosismo", apunta Rodado. Por ello, desde la APDHA piden que se "considere por fin el porteo como un trabajo".

"De pasar la frontera y poder regresar a tiempo depende la remuneración que les asegura el sustento de cada día",  recuerda la investigadora. Por ello corren, por ello esperan a las puertas de la frontera durante la madrugada, en su intento de ser las primeras y conseguir el mayor número de fardos. 

Piden comparecencia parlamentaria de ministro marroquí por muerte porteadoras

¿Cómo funciona el nuevo paso Tarajal II?

En respuesta a las constantes acumulaciones de porteadoras registradas cada mañana en la frontera ceutí,   el Gobierno puso en funcionamiento en febrero de 2017 un nuevo paso peatonal reservado exclusivamente para el tránsito de las ciudadanas del Reino alauita que viven de llevar sobre sus espaldas todo tipo de mercancías a su país.

El 'Tarajal II' se presentó como la solución idónea para acabar con los tumultos que se sucedían en el 'puente del Biutz', el canal enrejado que, durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se abrió con este mismo propósito en el perímetro fronterizo desde los polígonos comerciales de Ceuta hacia Marruecos.

Su entrada en funcionamiento conllevó una limitación del tamaño de los bultos que llevan las porteadoras para acabar con la imagen de mujeres aplastadas bajos los fardos que transportan.

Los resultados siguen siendo nulos. 

En marzo,    Suad O. M,  una porteadora de 22 años falleció tras dos días hospitalizada después de quedar aplastada tras una estampida. En abril le sucedió lo mismo a otra mujer. En agosto murieron dos más, todas en las mismas circunstancias y todas en territorio marroquí.

El estricto horario del paso dedicado a las porteadoras (de 7:30 horas a 10:30 horas) aumenta el miedo y las prisas por no llegar a tiempo. A partir de la inauguración del Tarajal II,   los porteadores recogen una tarjeta que posteriormente deben devolver al salir hacia Marruecos. Supuestamente, solo pueden atravesar esta vía unas 1.500 personas al día. 

Estas normas férreas no han disminuido el número de bultos ni descendido la cifra de personas que intentan realizar cada día esta actividad. Cada madrugada, cientos de mujeres pasan la noche al raso para asegurarse entrar en la ciudad española al día siguiente. Cuando no llegan a tiempo o no han podido entrar a través del Tarajal II, las porteadoras lo hacen por la entrada general.  

Para salir, cada tarde, cuando el ‘Tarajal II’ ya está cerrado, los porteadores se acumulan igualmente en el lado fronterizo español, con el objetivo de salir de Ceuta, ante la dificultad de cumplir el horario establecido.

Entonces, los antidisturbios españoles destinados en la ciudad se enfrentan a menudo a cientos de porteadores que intentan llevar a Marruecos a la carrera las mercancías que de ninguna manera aceptan los aduaneros por el paso peatonal, donde las porteadoras denuncian que se requisan productos de forma “continua y masiva”.

Un reciente informe de los colectivos Iridia, Novart y denuncia violencia verbal, empujones y golpes de la Policía Nacional contra las mujeres porteadoras. 

El aumento de la población de las ciudades vecinas

En los últimos veinte años, cada vez más marroquíes se trasladan a vivir a las ciudades españolas vecinas con el objetivo de dedicarse al porteo. El resultado: la población de Tetuán se  ha sextuplicado, superando el millón de habitantes, y la de la vecina localidad de Castillejos, ronda los 80.000.

MienTras que Marruecos lo considera una actividad ilegal,  el reino alauí es consciente de que su permanencia mantiene la paz social entre cientos de miles de ciudadanos con dificultades económicas.

Las fallecidas, naturales de la comarca de Ouazzane, más allá del Rif, formaban parte de la migración interna que ha multiplicado los residentes en la provincia marroquí más cercana a Ceuta, cuyos vecinos pueden acceder a la ciudad española sin necesidad de visado con el objetivo, precisamente, de mantener vivo el comercio atípico entre ambos países. 

Este comercio alegal genera cerca de 1.000 millones de euros anuales en Ceuta y Melilla, según los datos del Consejo español de Economía en 2005,  recogidos en el informe estas tres entidades. Atendiendo a los datos de la Cámara de Comercio Americana de Casablanca, 45.000 personas viven de esta economía atípica de forma directa. De ellas, el 75% son mujeres.

La Asociación por los Derechos Humanos de Andalucía (ADPHA) estima que el negocio en torno a los portes en las fronteras de Ceuta y Melilla genera unos  1.140 millones de euros al año.

Un "censo" para porteadoras

El Ministerio de Asuntos Exteriores se ha comprometido ahora a estudiar cómo “actualizar y perfeccionar desde el punto de vista normativo” esa excepcionalidad y las autoridades españolas esperan que Marruecos elabore el “censo” de porteadores que hace meses se comprometió para acotar la entrada en Ceuta a quienes estén ‘habilitados’ para ello.

En paralelo, Interior piensa “agilizar” las obras de reforma integral del paso del Tarajal, en el que el Gobierno autonómico va a asumir el coste de contratar seguridad privada, así como la instalación de sistemas tecnológicos de “frontera inteligente”.

Con el lema “Todo el peso sobre sus espaldas. Dignidad en la frontera“, ha tenido lugar la II jornada sobre los derechos de las porteadoras en la frontera de Ceuta, este fin de semana en Martil (Marruecos). Distintos expertos marroquíes y españoles han analizado la dura situación de estas mujeres, “que son tratadas con desprecio”, y han abogado por su humanización.

El problema del comercio transfronterizo, en particular el de las mujeres porteadoras, que tantos quebraderos de cabeza esta dando a las autoridades españolas y marroquíes, ha sido el protagonista de la II jornada de análisis y propuestas sobre la situación de las féminas que portan mercancías sobre sus espaldas en las fronteras de Ceuta y Melilla,

La cita,  organizada por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucia APDHA junto con organizaciones de Ceuta y colectivos marroquíes para la defensa de las mujeres y de derechos humanos, se ha celebrado en la biblioteca pública de Martil (Tetuán) y ha contado con la participación de activistas defensores de la dignidad de las mujeres, políticos de los dos países, periodistas y destacados profesores universitarios. Todos  han desarrollado sus ponencias centradas principalmente en la denuncia social de la situación de indefensión  que sufren estás mujeres en las fronteras de las dos ciudades autónomas.

Zahra el khamlichi, profesora de sociología e investigadora de la universidad de Martil, fue la encargada de abrir el acto después de las presentaciones pertinentes. Su intervención se basó en las repercusiones que, a su juicio, sufren estas personas y su entorno por desarrollar un trabajo que ha calificado de denigrante. «Golpes, caídas, insultos, cargadas de pesados fardos, de hasta 70 kilos, a veces superiores a su propio peso, y hasta acoso sexual, es lo que a diario tienen que soportar estas mujeres de los propios agentes que velan por la seguridad de la frontera, en mayor medida por parte marroquí», así de tajante se muestra El Khamlichi cuando se refiere a el trato que reciben las porteadoras.

La socióloga se ha quejado de la repercusión negativa que este tipo de trasiego fronterizo tiene para la economía del país, ya que no reporta beneficio ninguno a las arcas de la hacienda marroquí, por lo que considera «contrabando legal». También va en detrimento de los productos autóctonos del país, asegura,  porque los que llegan a través de la frontera son de baja calidad y dudosa procedencia, incluso ha llegado a aseverar que muchos de ellos no cumplen las medidas de seguridad alimentaria al carecer de control alguno por parte de las autoridades españolas, lo que los convierten en un problema de salud pública.

En el mismo tono se ha mostrado en su intervención la socióloga española Cristina Fuentes, miembro del Observatorio de Análisis de la Realidad Sociofronteriza del Mediterráneo (OARS Med), desarrollando parte de su tesis doctoral en su intervención y aportando datos conseguidos a través del trabajo de campo en su investigación.

La joven investigadora apuesta por la humanización de estas personas, que «son tratadas por la propia sociedad marroquí con desprecio», culpando a los gobiernos de los dos países de ejercer una violencia desmedida contra estas mujeres que sólo buscan ganar el sustento de su familia en unas condiciones degradantes para los seres humanos, contraviniendo todos los derechos básicos estipulados por las convenciones internacionales.

Por parte de los representantes políticos invitados para analizar el problema, Maribel Mora, senadora por Andalucia y Kamal Mehdi, concejal de Tetuán y abogado, no han dudado en  criticar la falta de voluntad política de las administraciones para establecer mecanismos que consigan regular la actividad comercial, que según la senadora española “solo beneficia a los empresarios de los polígonos del Tarajal, que ven como sus mercancías pasan al otro lado de la frontera sin importarles los medios utilizados para ello”.

Mora no entiende que el paso del Tarajal no pueda ser declarado como aduana comercial, al igual que la frontera de Melilla, vital para la salida hacia Europa de las exportaciones marroquíes de la parte oriental del país, sin dudar que implantando dicho estatus en  la frontera, es reconocer la soberanía española hacia las dos ciudades autónomas por parte de Marruecos.

La senadora reconoce que las autoridades españolas saben del problema que existe con estas personas y no se explica como se pueda mirar hacia otro lado ante esta situación.

El representante político marroquí culpó al Gobierno español de provocar esta situación por no devolver la soberanía de las ciudades al control de Marruecos y criticó al gobierno de su país por no hacer nada para dar un nivel digno de vida a los habitantes del Norte para que éstos no tengan que desarrollar trabajos que van en con contra de la dignidad humana.

Las ponencias las cerraron los representantes de los medios de comunicación. El periodista marroquí Mouhcine Chergui hizo hincapié en las dificultades que tienen los profesionales de la información para realizar su trabajo en la frontera, que en el lado marroquí es nulo, “consiguiendo que la mayoría de las veces no se puedan denunciar los tratos humillantes y vejatorios que someten a las mujeres porteadoras por parte de los agentes aduaneros”.

 


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