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La piratería del contenido de la televisión existe, y no se parará

29/09/2016 03:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Solo es preciso un 'firmware' para acceder a toda la TV de pago frente a la impotencia de las cadenas, que no pueden combatir esta práctica

¿Por qué razón abonar mensualmente un abono a una televisión por satélite pudiendo disfrutarla de manera gratuita?

Con esa filosofía oculta, 2 sistemas para piratear la señal de las cadenas de pago se han colado en millones de hogares de todo el mundo en forma de decodificador. Son el 'cardsharing' y el IKS (Internet Key Sharing). Un decodificador muy famosos con este uso es el Iris 9900 HD 03

“A día de el día de hoy, todo el planeta puede ver TV por satélite sin coste sin estar abonado”, confirma Andrés Tarasco, especialista en seguridad informática y creador de Tarlogic. Este español lleva tiempo investigando qué tecnologías y empresas hay implicadas en una práctica que, de momento, las televisiones no pueden combatir. El 'cardsharing' engaña a la señal que llega por satélite y le ofrece una clave válida para decodificar los contenidos si bien no seamos clientes de pago.

Todo empieza con la señal que llega a la antena parabólica de una casa. En ese mensaje van, por una parte, los datos de vídeo y sonido que llegarán a la pantalla y que, en un principio, están cifrados. Además de esto, la señal incluye la clave precisa para traducir el contenido, información que también va cifrada. La clave del sistema está en la tarjeta de abonado que se introduce en el decodificador y es la encargada de desvelar el contenido. Sin embargo, este sistema de doble llave no es perfecto. Con un aparato cambiado, la clave cifrada no viaja hasta la tarjeta de abonado (que no está), sino lo hace a través de internet hasta una máquina que contiene el lector de tarjetas y que se ocupará de resolver el reto. De esta forma funciona al 'cardsharing'.

“Hay gente que comercializa estos servicios y, desde cinco hasta treinta euros por mes, pagas por acceder a un servidor que te va a responder con las claves de descifrado de todas y cada una de las señales de satélite que quieras”, explica Tarasco. Por otro lado, el “IKS de manera directa hace magia”, resume el creador de Tarlogic. El usuario solo debe actualizar el 'firmware' del decodificador. Hecho esto, y conectado al satélite y a la tele, el aparato comienza a enseñar todos los contenidos en abierto. Mientras esto sucede, las televisiones de pago observan impotentes de qué manera los decodificadores se venden de forma legal en muchas tiendas físicas y en las plataformas 'online' más populares (la red está repleta de 'reviews' y pueden adquirirse en sitios tan poco oscuros como Amazon). “Esto no es un inconveniente solo de una plataforma de pago, es un inconveniente a nivel mundial”, acepta Ignacio Tapia, viejo jefe de Seguridad de Emisiones Codificadas en Sogecable y el día de hoy uno de los responsables de exactamente la misma área en Telefónica.

El problema es que los aparatos no son ilegales. “La función de esos decodificadores sería sencillamente la de enseñar canales que fuesen de acceso abierto”, explica el letrado Sergio Carrasco. Conforme el jurista, “lo que haga luego el usuario con modificaciones o con la introducción de código es ya responsabilidad suya”.

Mientras ese 'firmware' no sea facilitado de forma directa por el fabricante o bien los aparatos no se anuncien abiertamente como decodificadores piratas con los que gozar sin coste de las televisiones de pago, no hay nada que llevar a juicio. No obstante, es asombrosamente fácil encontrar en multitud de foros de discusión ese 'software' cambiado que convierte el artilugio en un arma para la piratería.

¿Quién es el responsable?

Todo parece obra de una comunidad espontánea, surgida en torno a unos aparatos que pueden manipularse para un uso ilegal. No obstante, las compañías se preguntan quién se lucra del pirateo de su señal. Aunque con el sistema del 'cardsharing' este misterio parece estar claro (las redes mafiosas venden el acceso a claves a cambio de un pago mensual), el caso del IKS es bien diferente, en tanto que los usuarios efectúan sólo un desembolso: la adquisición del propio decodificador. “Tiene que haber alguien muy potente detrás”, indica Tapia. “Para sostener un servidor con todas y cada una de las plataformas de pago y todos y cada uno de los canales, la inversión para mantener la infraestructura es enorme”. Ciertos decodificadores juegan la baza de la obsolescencia programada: dejan de funcionar pasados dos años desde su puesta en marcha De esta manera, los primeros que parecen beneficiarse del sistema son los que intervienen en la venta de los aparatos. Aunque el margen semeja pequeño (cada decodificador se vende por algo más de 100 euros), Tarasco y su equipo han comprobado que llegan al mercado como un claro ejemplo de obsolescencia programada. “El 'firmware' tiene controles a fin de que un dispositivo con un número de serie específico se pueda conectar durante un par de años. Pasado ese tiempo, tienes que tirar el sistema y adquirir otro nuevo”, explica el estudioso.

No obstante, a fin de que las compañías de televisión puedan hacer algo a este respecto, primero habría que demostrar quién hay tras la trama. Varias operaciones policiales están en marcha en distintos puntos del planeta contra los servidores que distribuyen la señal de las tarjetas de abonado y contra aquellos que venden los decodificadores ya modificados. Mas todavía quedaría lo más complicado: “Tendrías que demostrar que el diseño se ha hecho particularmente para esa funcionalidad, para saltarse una medida de seguridad y, en realidad, va a ser una prueba diabólica, será prácticamente imposible demostrarlo”, asegura Carrasco.

Eso es precisamente lo que intenta hacer Tarasco. Por medio de técnicas de 'hardware hacking', desmontando los aparatos y soldando chips, analizando el 'firmware' y empleando ingeniería inversa para analizar el tráfico que se produce a través de los decodificadores, el estudioso asegura que “al final, lo que se descubre es que el propio fabricante chino es el que está detrás de una gran parte de las infraestructuras IKS”. De hecho, en su investigación, Tarasco halló pruebas tan obvias como las diferencias entre el 'firmware' original y el cambiado. En múltiples ocasiones, el cambio era sencillamente de un 1 por un 0, algo que semeja previsto en el diseño original del aparato. Además de esto, la creación de ese 'firmware' modificado supone toda una paradoja: no existe documentación alguna sobre el 'software' original, con lo que o el programa pirata está hecho totalmente a ciegas (de manera exitosa) o bien sus autores están vinculados de una forma u otra al fabricante, que sí conoce las especificaciones.

“Se ve que los fabricantes están en el ajo, pero es muy difícil probarlo y es realmente difícil denunciar a una empresa china que desarrolla esta tecnología”, concluye el investigador. Una dificultad añadida se encuentra en la ubicación de los servidores, casi siempre y en toda circunstancia en lugares reservados de países en los que la legislación tiene poco que ver con la de España. En la investigación de Tarasco hay de todo: muchos de los nodos de las redes de pirateo se localizan en urbes chinas, mas también los hay en sitios como Rusia o Ucrania.

“Al final son redes 'peer to peer', descentralizadas, en las que nunca tienes localizado quién es el sistema que está descifrando la señal. Puede estar conectada a una máquina, esa por su parte a otra, hasta que por último se termina conectando con la máquina que tiene la tarjeta conectada y que te va a descifrar la señal”, explica el investigador. Muchos de los nodos de las redes de pirateo están localizados en China, si bien también se han encontrado en Rusia o en Ucrania

La manera más eficaz, pero también larga, de que las televisiones de pago puedan batallar contra estos aparatos es lograr un cambio en la regulación para eludir que los decodificadores puedan ser modificados. “Se está haciendo en Brasil: demandarles una certificación para que [el aparato] pueda entrar en el país, pero entra con unas condiciones técnicas que no permiten la manipulación”, afirma Tapia. “Si se prueba que el aparato sí puede ser manipulado, se retira en exactamente la misma aduana”.

Mientras tanto, las compañías proseguirán buscando el Beato Grial: esa prueba que pruebe que los aparatos han sido pensados para ser cambiados y ofrecer multitud de canales de pago por muy poco dinero.


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Ines F (37 noticias)
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