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CARTAS DE AMOR A NICARAGUA Por Fabio Gadea Mantilla - Q uerida Nicaragua: Se rumoran negociaciones entre las dos bancadas de diputados para elegir los cargos, hoy ilegales de una buena cantidad de funcionarios. Y uno se pregunta si será posible negociar entre dos bancadas cuando una de ellas cuenta con 63 diputados y la otra con 26.
El danielismo podría elegir por sí solo con sus 63 votos a todos los funcionarios hoy ilegales, que al ser nombrados por su bancada, seguirán siendo ilegales, como ilegal es el propio señor que se hace llamar presidente de la República.
Con esta jugada, montada por los asesores del ejecutivo se pretende matar dos pájaros de un mismo tiro.
Primero, tratar de legitimar a los nuevos funcionarios, magistrados, etc., y presentarse ante la opinión internacional como un gobierno constitucional.
Segundo, convertir a la alianza PLI, en un partido zancudo como ha ocurrido a lo largo de la historia comenzando por el pacto de los generales en el año cincuenta entre Somoza García y Emiliano Chamorro.
Aquí los diputados de la Alianza Partido Liberal Independiente (PLI) serán zancudos si aceptan los cargos que pueda ofrecerles el Gobierno. Ya se rumora que el mandamás del poder judicial don Payo Solís ha hablado de ceder dos o tres magistrados en la Corte Suprema. Y ¿qué pueden hacer dos o tres magistrados en la Corte fuera de cobrar un alto salario, obtener su camionetona, y demás prebendas? Nada. Ahí tendrán otra aplanadora danielista que les caerá encima y, como ha ocurrido en otras ocasiones, a lo mejor poco a poco los van enamorando hasta ganar su voluntad y convertirlos en aliados. No sería nada r
aro pues tenemos a la vista experiencias de liberales súper arnoldistas como Roberto Rivas, René Herrera (que en paz descanse), José Marenco Cardenal, hoy aferrados a sus cargos en el Consejo Supremo Electoral, igual que el doctor Benavides. Estos liberales prefirieron plegarse a la ilegalidad danielista y seguir recibiendo su salario.
De modo que, si en un nuevo arreglo el PLI nombra a unos cuantos, estos deberían ser escogidos con pinzas fuera de las estructuras partidarias. Deberían ser hombres distinguidos por sus virtudes ciudadanas, por sus valores morales y su trayectoria limpia a lo largo de los años, por su fortaleza de carácter frente a los halagos que puedan recibir.
Y entonces, dirán algunos, ¿para qué sirven los partidos políticos? ¿No es para llegar al poder y para influenciar y protestar ante los desmanes del Gobierno? Los funcionarios tienen que ser miembros de los partidos.
Primer error. Eso se llama "zancudismo". Comencemos a crear una nueva casta de políticos que actúen de acuerdo con la ley, con la verdad, con la justicia, con los intereses de la patria y no de los partidos. Esto sería algo hermosísimo, algo que elevaría el prestigio de la alianza PLI y de cualquier otro conglomerado político que quisiera hacerlo. Nadie podría llamarles zancudos, sino que defensores de la dignidad nacional.
Gente honorable y patriota en la Corte de Justicia, en el Consejo Electoral, en la Fiscalía, en la Contraloría, en la Procuraduría de Derechos Humanos, en los entes autónomos, etc.
El partido que haga esto estará luchando verdaderamente por Nicaragua y no por cargos y prebendas. Veremos si somos capaces de hacerlo.
El autor es director general de Radio Corporación.