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La intrusión salina daña casi 200 mil hectáreas de suelos
En Las Tunas, al oriente de Cuba, más de 105 mil personas tienen afectada su calidad de vida por la intrusión salina, que también daña casi 200 mil hectáreas de suelos.
Monte Naranjito, antes, era un bosque en el que habitaban aves, venados y reptiles, pero fue derribado para sustituirlo por sembradíos de caña, se dice que con explosivos. Hoy el paisaje es aburrido porque no hay cañas ni árboles y cuando llueve salen a la tierra bolas de fango… y sal. Los científicos no han encontrado evidencias suficientes para dar una explicación a esta singularidad ambiental, aunque muchos coinciden en que la zona, una de las más jóvenes de la geología cubana, formaba parte de la costa, y el agua del mar quedó atrapada en el subsuelo durante los procesos de sedimentación.
En esta zona, es posible encontrar una curiosidad geográfica cubana, el ecosistema de Cenicero, un manglar ubicado a más de 40 kilómetros de la costa.Unas 150 hectáreas del lugar están cubiertas por la yana o mangle botón (Conocarpus erecta), como resultado de un proceso natural de irrigación e infiltración de aguas con altas concentraciones de sales, provenientes de un manantial a flor de tierra.
Estas características propician que en plena llanura proliferen especies de entornos marinos y otras tan singulares como la Psilotum nudum, una planta que habita el planeta desde antes de la aparición de los dinosaurios.
Conexión de las aguas subterráneas con las marinas
La salinidad del suelo lo convierte en uno de los más improductivos del territorio y los pozos que allí se abren presentan altas concentraciones de nitritos y nitratos que los hacen inservibles para el consumo de los seres vivos.
Cenicero es una alarma sobre la forma que pudieran adquirir los paisajes rurales de continuar avanzando un fenómeno que en los últimos años se ha exacerbado en el medio ambiente tunero como consecuencia del cambio climático y el manejo inadecuado del agua: la intrusión salina, que una vez comenzada, es irreversible.
En la ciudad de Puerto Padre llama la atención un pozo de agua dulce ubicado en el mar, como consecuencia del afloramiento del manto freático en la zona costera. Esto ilustra la conexión de las aguas subterráneas con las marinas, que tiene como consecuencia el sabor salobre del líquido que allí se consume.
La intrusión salina está asociada a un aumento de las enfermedades renales, digestivas y cardíacas. Sin embargo, el impacto más estudiado en la provincia tiene que ver con la producción de alimentos. Tal proceso afecta los suelos por infiltración de las sales y estos pierden sus valores biológicos.
La salinidad brinda un alto porciento de improductividad a los suelos