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Después de la intromisión urdida por las élites del neoliberalismo en la malograda conformación de Gobierno, el resultado de los nuevos comicios debe ser concluyente, facilitando sin ingerencia que la voz de las urnas sea quien ejerza el papel protagonista
Somos el segundo país mas desigual de la comunidad europea y si las urnas no lo remedian vamos camino de prorrogar esa tendencia hacia el declive total, al menos así puede ocurrir si en el fragor de la batalla electoral nos dejamos embelesar por quienes ahora se atribuyen capacidad para sacarnos del laberinto después de tener en su haber la exclusiva responsabilidad de ser los causantes de habernos conducido hasta el mismo.
Siendo por eso que si los votantes renuncian a tomar patrón de sensatez y se dejan conducir por el hábito electoral de votar a los de siempre, declinando reflexionar sobre los efectos repercutidos de sus políticas en contraste con la oferta electoral de sus contendientes, además de demostrar no haber aprendido nada de los errores del pasado, estarán manifestándose contrarios a corregir la equívoca dirección impuesta en el tiempo a través de las funestas políticas que nos condujeron a la crítica situación en la que se encuentra el país
Una actitud que por inadecuada dificultará la entrada en escena al cambio necesario, facilitando así con su cómplice conducta que persista el estado de deterioro y que lejos de toda mudanza las cosas mantengan su continuidad
Tomando pulso a la realidad, es fácil constatar que el fracaso del credo neoliberal en nuestro país y la repercusión de sus políticas de austeridad han impedido articular una salida a la actual situación de estancamiento económico y recesión, de ahí que favorecer electoralmente la consumación de este gran despropósito además de una dinámica peligrosa para garantía del interés general, presupone, refrendar como conveniente la insensatez de asumir que este formato de capitalismo salvaje resulta ser la solución que nos sacará del abismo al que paradójicamente su propia mecánica nos ha arrastrado.
Todo un cúmulo de despropósitos que por su adversa influencia obstaculizan el establecimiento de políticas de crecimiento, motivo que por frustrante recomienda cara a las próximas elecciones generales, alterar la actual tendencia y refrendar en las urnas a quienes contra el continuismo de lo demostradamente inservible apuesten por propuestas alternativas de política económica con las que configurar una estrategia de cambio.
De ahí la existencia de argumentación sobrada para despojar de fiabilidad al PP y PSOE por su desleal proceder hacia la ciudadanía
Un nuevo estándar de funcionamiento, que además de poner fin a la dinámica de recortes extensivos habilite la implementación de reformas estructurales con las que sentar las bases de un nuevo modelo productivo, pues en buena lógica, lo que España necesita es abandonar definitivamente el pernicioso austericidio para así poder posibilitar con éxito la transformación efectiva de su economía en línea a reducir el desempleo y la desigualdad.
Por tanto, a sabiendas que los promotores de la reforma del artículo 135 de la Constitución con su nefasta decisión priorizaron el pago de la deuda pública sobre cualquier otra rúbrica presupuestaria, y que con tal proceder, limitaron toda posibilidad de llevar a cabo políticas económicas alternativas, ha de resultar obvio que la verdadera finalidad de aquella extravagante medida no fue otra que avalar la doctrina neoliberal hasta sus últimas consecuencias y la justificación jurídica de los recortes acometidos desde entonces contra el Estado social.
De ahí la existencia de argumentación sobrada para despojar de fiabilidad al PP y PSOE como artífices de tan turbia maniobra, tanto por el inducido efecto de su descalabro como por el desleal proceder hacia la ciudadanía; factores que desaconsejan todo apoyo electoral a ambas formaciones por sus probados vínculos de dependencia con el dogma neoliberal y su condición cautiva cara al mismo, que les coarta llevar a término las políticas de crecimiento que la situación exige como única solución para salir de la estacada.
Por eso, afianzándonos en que el paradigma económico de la austeridad expansiva, aplicada en los últimos años ha perdido toda su relevancia teórica y empírica resultando altamente perjudicial para la buena marcha de la economía, a la hora de decidir nuestro voto, mas que hacerlo atendiendo a destellos mediáticos debiéramos fijarlo en atención a la solvencia y claridad entre los programas de las fuerzas concurrentes, pues persistir otorgando la condición de voto útil al que prorroga la continuidad a la política neoliberal, ni favorece la resolución del problema como tampoco facilita el obligado cambio de rumbo que la situación demanda.
Partiendo que el voto marca la ruptura o la continuidad de la situación, para reconducir el futuro del país, en todo caso, el apoyo electoral debe ser otorgado a quien sin ambigüedad ofrezca un programa económico alternativo a la situación de actual fracaso, que contenga directivas fiables sobre la diversificación de los sectores productivos, medidas para incrementar tanto el empleo, como las oportunidades educativas y la inversión pública además de una reforma fiscal progresiva y ponga punto final a las políticas de austeridad