¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Agusto escriba una noticia?
Los intelectuales, salvo honrosas excepciones, se han convertido en monaguillos del sistema
Antonio Gramsci, uno de los pensadores más lúcidos del siglo XX, nos aportó unas interesantísimas observaciones, acerca del papel de los intelectuales en el seno de la sociedad, y una de las mejores reflexiones sobre El Príncipe Moderno de Nicolás Maquiavelo. Es de agradecer a Jordi Solé Tura, el que nos haya dejado el importante trabajo de traducción de sus obras al castellano, gracias al cual muchos de nosotros hemos podido saber encajar, en el cuerpo social de la época que nos ha tocado vivir.
Pero hoy causa estupor y vergüenza ajena, ver como algunos intelectuales hacen el papel de bufón al servicio de la clase política, sin guardar las distancias y siempre atentos al gesto servil, del bien pagado servicio a la causa.
El compromiso de los intelectuales, lo es con su tiempo, con la sociedad, con el rigor del análisis y la crítica equidistante.
Las actitudes críticas se guardan para el adversario, brillando por su ausencia la autocrítica y el reconocimiento de los errores propios, parece que la verdad, la razón y la justicia, sólo se asientan en el bando de nuestra militancia, en una actitud infantil y enfermiza, despreciando cualquier atisbo de discrepancia o posible diferencia de pareceres.
Hemos llegado a llamar "rústica" a la chapuza y Naïf a lo chabacano
Asistimos a la fiesta del ensalzamiento de los nuestros, a los cuales no cabe error o crítica, tratándolos cual dioses del Olimpo, de los que somos meros héroes en su manos.
No somos capaces de ser críticos con nosotros mismos y con los nuestros, por temor a ser tachados de enemigos, por cualquier leguleyo seudo-intelectual.
Más que intelectuales, algunos parecen estrellas mediáticas, eternos concursantes en las listas de espera de cualquier premio o distinción académica, que le convertirán en el hazme reír de la historia que les contempla.
Pero lo que más indigna es ese conjunto de paniaguados, que día a día hunden en el cieno a la cultura, rebajándola a la chabacanería, haciendo pasar por cultura o arte, lo que no pasa de ser mediocre y vulgar.
El compromiso de los intelectuales, lo es con su tiempo, con la sociedad, con el rigor del análisis y la crítica equidistante
Hemos llegado a llamar "rústica" a la chapuza y Naïf a lo chabacano.
Al final, acabamos perdonando a los mediocres, pero los que no tienen perdón son los necios.