(Fotografía de la obra de Cesáreo Naranjos)

… Y de repente, las calles se inundaban de banderas ucranianas.

-Vamos a la guerra gritó su Presidente, vamos todos!

-Primero las damas y los niños, sucumbió.

Y así comenzó todo.

Los proyectiles impactaban las casas, las largas filas de personas urgidas por abandonar su país, cada vez se hacían más y más largas.

Las empresas televisivas que por cierto, estaban bien pagadas, sólo mostraban victimas de un sólo país. El amarillismo vende y vende mucho.

Cómo puede un presidente arriesgar la vida de sus compatriotas, tan solo por satisfacer un capricho ya casi personal.

Velodímir Zelenski, tiene que comprender que ya no es un payaso de televisión, que ya no hace comedia ni tragicomedia, (bueno, si) debe comprender que ahora, por lo menos aún es El Presidente de Ucrania.

�Dónde queda toda esa euforia?

No es posible que su capricho por pertenecer a la OTAN, haya desencadenado una guerra, bien sabemos que no era ese el meollo del asunto, pero si jugaba una parte fundamental para atender los intereses particulares de otros países como Estados Unidos, desgraciadamente, el comediante fue usado y éste con su torpeza, sacrificó a su pueblo, para después salir con un: “ya no buscaremos pertenecer a la OTAN”

Increíble esa decisión.

Y los muertos?

…y la excitación de su pueblo dispuesto a luchar?

Dónde queda toda esa euforia?

Si su pueblo reaccionara. A quien deberían juzgar y enjuiciar, sería a él, sí, por dejar cometer crímenes de lesa humanidad contra el pueblo ucraniano.

Por incitar a mercenarios internacionales a matar, si, a asesinar.

Por importar armas y armar a civiles ilegalmente.

Por el destierro de muchos.

Por el abandono de muchos niños.

Por exponer la vida de mujeres y niños que nada tenían que ver con la guerra.

Por eso y por su simple capricho de ser un “Presidente Estrella de telenovela”