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Es necesario que las instituciones nicaragüenses encargadas del ordenamiento municipal sean más efectivas en realizar sus funciones, y los nuevos comerciantes en obviar la incultura del fácil acomodamiento
Autor: Guillermo Cuadra
Cuando se empezó a construir el “Palacio Municipal” de Ciudad Sandino por parte de la Alcaldía, en el costado oriental del Mercadito, pensé en el aspecto y realce que daría a nuestra comunidad, pero casi inmediatamente me innundó un sentimiento de cierta pesadumbre, al recordar el comportamiento característico de cierto sector poblacional que, impulsado por la necesidad de trabajo inmediato que le permitiese al menos subsistir en los actuales tiempos dificultosos, a la brevedad procedería a instalar sus propios mini-negocios aprovechando el ambiente limpio, moderno y la ubicación estratégica alrededor del susodicho palacio.
Lamentablemente, todo se ha estado dando a como lo presentí en aquel momento, resultando que primeramente, se colocó en la mera esquina frente a los semáforos del mercadito, una primera comerciante, y posteriormente un poco más retirado aunque en la misma calle, otro comerciante de discos musicales y pornográficos, aunque este último después de cierto tiempo. Como esos primeros comerciantes no fueron desalojados desde el comienzo, a estos se le han estado agregando otros más, de tal forma que ahora prácticamente todo el frente norte y el costado occidental del palacio, están ocupados por un buen número de ellos.
El aspecto del Palacio Municipal fue desmejorando y la reticencia para desalojarlos y reubicarlos será más conflictiva y costosa en las actuales circunstancias
Por tanto, en la proporción en que fueron aumentando el número de comerciantes autoubicados, el aspecto del Palacio Municipal fue desmejorando y la reticencia para desalojarlos y reubicarlos será más conflictiva y costosa en las actuales circunstancias. Prácticamente el mercadito se está tragando al Palacio Municipal y los negocios particulares han estado proliferando en avance metódico hacia el oriente desde los semáforos hasta la vuelta del “Pinar del Río”.
Y no es que debamos negarle el derecho constitucional al trabajo a los hermanos, sino más bien, de ubicarlos de forma planificada, ordenada y acorde con el aspecto turístico de nuestras ciudades, todo ello dentro de un accionar coordinado por las instituciones responsables del ordenamiento territorial en nuestras comunidades. Comunidades bien ordenadas y limpias debemos todos los pobladores desear y apoyar.
Como esos primeros comerciantes no fueron desalojados desde el comienzo, a estos se le han estado agregando otros más,