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La nociva influencia del neoliberalismo nos condujo hacia una democracia de baja intensidad que sustituyó la normalidad de la acción política por conductas autocráticas, cuya única reconducción pasa por el relevo político de los causantes del deterioro
En política las cosas no son blancas o negras por mas que así nos lo quieran hacer ver, pues en buena praxis su desempeño es variopinto y mismo multicolor, salvo cuando como es el caso, el mal funcionamiento de la democracia causa la mas común de las patologías, cuya consecuencia llevada a términos oftalmológicos se traduce en la aparición de un daltonismo congénito que solo posibilita detectar el color del dinero y anula toda visión lateral.
Impidiendo así la percepción de los daños colaterales ocasionados con sus lesivas prácticas políticas al ingente colectivo de sus propias víctimas; factor causante de tan predominante bicolor, de ese blanco y negro que extensivamente y para mal de muchos tomó rango de normalidad ante la degradante función desempeñada en su alternancia por los miembros del bipartidismo como consecuencia de su unánime defensa del credo neoliberal. Evidenciando con ello que a los miembros de ambos partidos (PSOE y PP) como al nuevo adscrito C's, no puede otorgárseles margen alguno de confianza para el desempeño del servicio público en razón a su probada apatía hacia el interés general.
Circunstancia que debe ser tenida muy en cuenta a la hora de tomar posición en las próximas elecciones generales, por quienes apuestan decididamente por consumar un cambió político de nuevo orden, máxime, a sabiendas que tanto las élites como los medios neoliberales dedicarán todo su empeño en evitar que esto suceda. No regateando el mínimo esfuerzo en influir y condicionar la agenda de sus subordinados políticos del bipartidismo y afines de nuevo cuño para coartar tal posibilidad, como ya intentaran sin mucho éxito con la conformación del Gobierno en la fallida legislatura que por su intromisión hemos tenido que dejar atrás y vernos obligados a la repetición de nuevos comicios.
Porque, en su esencia la verdadera finalidad del neoliberalismo con su órbita de satélites, está dirigida a consumar la pérdida de derechos políticos y sociales y situar a una élite económica en el centro de la política, pues no en balde el neoliberalismo en su versión original, es de hecho, el capitalismo sin miramientos, y por tanto, el principal enemigo de la democracia participativa.
Esta condición de primacía y control no es nada nuevo, sino la continuidad del consenso bipartidista que caracterizó el hacer político de los últimos cuarenta años y cuyas consecuencias por negativas, además de precipitar la economía al abismo elevó la corrupción y el capitalismo salvaje a rango de protagonismo, al tiempo de hundir a la ciudadanía en un maremágnum de austeridad, cuya principal consecuencia acentuó el recrudecimiento de la situación económica y elevó los índices de desempleo hasta el extremo de alcanzar registros insólitos.
El neoliberalismo mas que la piedra filosofal que todo lo arregla, es el narcótico que nos hace olvidar que sus paladines nunca reparten cuando ganan y siempre recortan para no perder
Un conjunto de rasgos que vienen a confirmar que la inestabilidad y la incertidumbre serán el signo característico de los tiempos que vienen como precio a abonar para lograr como único objetivo el cumplimiento del supremo equilibrio de las cuentas públicas, siempre que un vuelco electoral no nos reconduzca a la sensatez de las políticas de crecimiento y empleo.
En ese sentido las elecciones que vienen no pueden ser otros comicios mas, pues después del fiasco vivido en la odisea de la fugaz legislatura, votar, si debe servir para poner límite a la continuidad de lo inservible, siendo recomendable al efecto que previo contacto con las urnas, los electores en un ejercicio de reflexión precisen el sentido de su voto y asuman por convencimiento que el neoliberalismo mas que la piedra filosofal que todo lo arregla, es el narcótico de la resignación, el estupefaciente que nos hace olvidar que los paladines de esa tesis nunca reparten cuando ganan y siempre recortan para no perder, siendo por eso que tal doctrina mas que el remedio que la situación precisa sea en su propia contradicción el prólogo de su entelequia.
Pero no han de ser únicamente los electores los que tomen conciencia de como proceder ante los nuevos comicios, sino que en mayor medida deben hacerlo también las organizaciones políticas con marchamo progresista, que comprometidas en darle un cambio a la situación han de reaccionar unánimemente, y poniéndose de acuerdo, obstaculizar las maniobras urdidas desde la oligarquía económica en su empeño de mantener como orden social, la precariedad sistémica y la crisis permanente haciendo de la consolidación del neoliberalismo su credo ideológico y modelo de vida.
Aberración política que convierte la singularidad de esta democracia de bajo nivel en un instrumento de dominación al servicio de una regulación social absolutista y heterogénea, que suscita nuevas formas de autoritarismo, y que por tanto exige la debida respuesta, que necesariamente pasa por cumplir con la responsabilidad moral y política de ponernos de acuerdo sobre la premisa de establecer un programa de mínimos, y a partir de la concurrencia, consumar su implantación mediante la conformación de espacios de Unidad Popular, desde donde, además de combatir la consolidación del neoliberalismo, lograr a través del consenso una candidatura de síntesis con la que concurrir a las nuevas elecciones generales.
Y todo en línea con el acuerdo establecido entre IU - Podemos y Confluencias, que cuenta con todas las características de convertirse electoralmente en un verdadero sorpasso y en la efectiva alternativa para el cambio